La pobreza según su definición es una situación o forma de vida que surge como producto de la imposibilidad de acceso y/o carencia de los recursos para satisfacer las necesidades físicas y psíquicas básicas humanas que inciden en un deterioro del nivel y calidad de vida de las personas, tales como la alimentación, la vivienda, la educación, la asistencia sanitaria o el acceso al agua potable. Por Miseria entendemos Desgracia, estado digno de compasión. Estrechez, falto de lo necesario para vivir.
Se puede padecer ambas cosas, por supuesto, así como también se puede ser poseedor de una u otra, y se puede también soportarlas dignamente, se puede ser un profesor en una primaria rural, y ejercer su profesión con generosidad por un salario anémico, y acudir día con día, quizá vestido humildemente pero siempre con una higiene impecable. Se puede dar el caso también, de ser uno de los cada vez más escasos seres alejados de la pobreza económica, pero ser desleal, mezquino, sucio.
Esto viene al caso porque ayer me encontré con la siguiente situación, cuando llegué a un puesto de tacos, para tratar de saciar el apetito salvaje que perennemente me acompaña. El puesto en cuestión es un puesto de tacos exitoso, próspero, muy socorrido y siempre lleno de gente, es un negocio que tiene muy buenas ventas, y que, probablemente, si es que su dueño es buen administrador, le de para vivir sin estrecheces, claro está, es un trabajo bien habido, noble, que le supone un gran esfuerzo, pero que rinde dividendos. El hecho a narrar es que en determinado momento se acercó una señora a quien los gringos llaman “homeless”, con las características típicas, sucia, con un olor corporal ofensivo para la mayoría de la gente, cabellos enmarañados y probablemente con la fauna capilar en estos casos tan común, con un inseparable perro, igual de sucio que su dueña. Se les notaba que tenían hambre, y así se lo hizo saber al taquero, a quien le solicitó le diera lo que fuera su voluntad, para saciarla. El taquero/dueño apenas la volteó a ver, y con una seña de impaciencia y hartazgo la despidió. Lo que me dejó en shock es que comprobé una vez más, que cada día más, a los mexicanos (no a todos afortunadamente) les importan madre los demás, lo he visto en los autobuses, en donde nadie le ofrece el asiento a una mujer, sin importar si es anciana, o está embarazada, o va acompañada de dos niños y un bebé, les vale madre. Porqué tiene que suceder una desgracia como terremotos o inundaciones, para unirnos y ayudarnos, porqué no se educa desde que se tiene uso de razón, porqué no se fomenta la honestidad, la rectitud, la generosidad, el desinterés. Porqué no condenamos en lugar de tolerar la mentira, la corrupción, la “transa” y la deshonestidad. Creo que en nuestras manos está la solución, enseñar a nuestros hijos que su única obligación es ser felices, enseñarles con el ejemplo (que difícil) a no mentir, a no tomar ventaja nunca, a ser generosos y agradecidos, y a saber amar y vivir.
La conclusión es que se puede ser pobre, lo que no se vale es ser miserable, no existe peor pobreza que la del espíritu.
Por cierto, la señora se merendó una cemita que no le costó nada, a mí me costó 16 pesos darme cuenta de que aún tengo sentimientos, ¡Una ganga!
Cena completa del Sr. P-lón $ 120.00
ReplyDeleteCemita pa' la doña (y podría asegurar que algo le convidó al perro) $ 16.00
Saber que aunque aquí hasta nos miren raro por tener un gesto como este, pero el "mero mero" sí lo toma muy en cuenta... no tiene precio.
Saludos Marco, gracias por la visita y los comentarios. P-lón
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