Friday 30 July 2010

Haralambos (Radiante de alegría)

En mi vida he tenido como seguramente todos han tenido, momentos felices, alegres, tristes, duros, difíciles, vanos, solitarios, momentos en los que parece que se nos rompe el alma por tanto dolor, momentos magníficos e imborrables, que perdurarán para siempre. De los momentos más felices y radiantes de alegría, son los nacimientos de mis tres hijos.

Si existe algo que nos demuestre la existencia palpable de Dios es ver nacer a un hijo, es un momento que culmina una espera que muchas veces desespera, pero que te cambia la vida, la actitud y hasta el semblante. Ver un ser diminuto que es parte tuya y parte suya, te atrapa para siempre, es la expresión de amor más grande que una mujer puede hacerle a un hombre, que hace a éste reinventarse y tratar de ser mejor día a día.

Desde siempre he mantenido una relación muy especial con los bebés, existe una muda comunicación con ellos, y me alegran la existencia con sólo una mirada, además huelen riquísimo… ¡a bebé!

Los bebés podrían ser considerados seres de otra galaxia, eructan, lloran, se retuercen, voltean los ojos, regurgitan, comen, duermen, tiemblan, bostezan, canalizan gases sin ninguna inhibición, vomitan, defecan, babean, suspiran, y vuelven a comer, sin embargo quien podría no sucumbir al encanto de la maravilla que es tener un bebé.

Es por estas vivencias que es una bendición tener los hijos que tengo, por todo esto y por lo que pudiera escapar a mi memoria, agradezco a la vida el que mis hijos me hayan convertido en un ser humano “haralambos”.




Sunday 25 July 2010

Brevísima historia de nuestros sueños

Por Enrique Krauze

Quizá el primer sueño de México fue el que concibieron los frailes evangelizadores del siglo XVI. Consistió en establecer una nueva utopía cristiana, igualitaria y devota. Las epidemias que diezmaron a la población indígena, la ambición de los colonos y funcionarios españoles, así como la rivalidad del clero secular, terminaron por convertir aquella aspiración en una realidad severa y distinta que, pese a todo, conservaría algunos vislumbres del sueño inicial. La Nueva España barroca, culturalmente mestiza, fue un espacio de convivencia y cohesión cuyos valores duraron siglos y engendraron un nuevo sueño mexicano: el destino de grandeza.

Para el patriotismo criollo del siglo XVIII, México era un “cuerno de la abundancia”, el escenario portentoso en que un hombre sin oficio ni beneficio podía elevarse gracias a la minería, el comercio o la ganadería, obtener un título nobiliario, derrochar fortunas y volverlas a ganar. Un reino predestinado por el propio Cielo a la grandeza, con la Virgen de Guadalupe por protectora y reina. Un reino capaz, según el Barón de Humboldt, de “producir por sí solo todo lo que el comercio va a buscar en el resto del mundo”. Casi naturalmente, a principios del siglo XIX, este sueño engendró la actitud histórica que transformaría al reino en una nación independiente.


¿Qué soñaron los caudillos insurgentes? Hidalgo soñó quizá con un reino católico y estamental. Morelos, seguramente, con una república igualitaria y guadalupana. Ambos, con la independencia que no alcanzarían a vivir. El de Iturbide fue un sueño imperial que se desmoronó por sus propias vacilaciones. Frente a él muchos concibieron uno no menos frágil: el sueño republicano. En las décadas siguientes y en medio de una situación crónica de anarquía y bancarrota, de guerra extranjera y discordia civil, casi no hubo tiempo ni espacio para el sueño. Aun así, los conservadores anhelaban el retorno de la grandeza novohispana, mientras los liberales atisbaban su futuro en el espejo engañoso y deslumbrante de los Estados Unidos.


México se volvió un país laico y secular. Por momentos, dio la impresión de estar anclado en la modernidad democrática. Pero el viejo sueño de grandeza –con su tríada de paz, orden y progreso– seguía eludiéndonos. Ese sueño se hizo realidad, para un sector de la población, en las décadas del Porfiriato. No obstante, en la lógica de los sueños está engendrar sueños nuevos y contrastantes: los ideales de democracia y la justicia social, pospuestos en el Porfiriato, precipitaron a México en una sangrienta Revolución. El Estado que surgió de ella pretendió cumplir el sueño igualitario y justiciero. Por momentos, pareció una vuelta a la Utopía original (de allí la fuerza plástica y moral del Muralismo, que plasmaba ese retorno). Pero el nuevo proyecto, hecho parcialmente realidad, olvidó una vez más la democracia. El país tardaría casi un siglo en desearla de nuevo, y establecerla.


Todos estos sueños de nuestra historia –contradictorios a veces entre sí, nobles casi siempre– fueron concebidos por individuos excepcionales o por minorías rectoras. Estas élites –económicas, espirituales, militares, intelectuales, políticas– arrastraron en su cauda la vida de los mexicanos. Aun los movimientos con aura popular, como la Revolución Mexicana, fueron minoritarios: de 15 millones de mexicanos que habitaban el país en 1910, acaso 100 mil (menos del 1%) tomaron las armas. El resto vivió la guerra, como afirmó don Luis González y González, como “algo verdaderamente satánico, maligno para este país”; era natural: se trataba de los sueños de otros. Los anhelos más personales del común de los mexicanos, no de los caudillos, están casi ausentes de la historia.


El estudio que ahora se publica de MetLife sobre el “sueño mexicano” intenta corregir esa ilusión óptica. En él se indagan, bajo estrictos criterios de análisis estadístico, las aspiraciones más íntimas de los mexicanos en los ámbitos de la educación, la economía, la vivienda, la salud, el uso del tiempo libre y –como una síntesis de los anteriores– las ideas y creencias sobre esa aspiración elusiva y suprema: la felicidad. ¿Qué encontraron los investigadores? Encontraron que, si bien existe, el “sueño mexicano” no se distingue mucho del “sueño americano” o de los sueños de casi cualquier persona en el mundo: es el modesto sueño de prosperar a través del trabajo y la educación, en un entorno hospitalario y seguro, en el que la estabilidad (económica, política, social) permita conservar y acrecentar poco a poco lo obtenido.


“En México se sueña mucho, pero se aterriza poco”, propone una de las primeras y más contundentes afirmaciones. El anhelo podrá ser el mismo, pero las circunstancias a las que deben enfrentarse quienes sueñan en México no son –no han sido casi nunca– las mejores para convertir en realidad esos deseos. Por eso, lamentablemente, hay mexicanos que prefieren ya no soñar. Es un mecanismo de defensa (y de autosabotaje, puntualiza el texto) ante la dificultad de sortear los escollos que se oponen a sus ilusiones.


Sin embargo, los mexicanos no debemos dejar de soñar. La clave está en la vigilia: dedicar nuestros afanes para construir –a veces desde cero– un entorno apropiado para la realización de esos modestos sueños populares. La melancolía –asociada alguna vez al talante mexicano– tiene una de sus fuentes, como afirma Ortega y Gasset, en los esfuerzos inútiles. Para dejar atrás la melancolía, debemos soñar con los ojos abiertos: ver de frente los mitos paralizantes de nuestra historia y dejarlos atrás, literalmente, sepultarlos. Olvidar los sueños de grandeza legendaria, de perfección inasequible o de establecimiento del reino de Dios en la tierra, y concebir el sueño acotado de una vida mejor –sólo una vida mejor– en esta tierra.




Friday 23 July 2010

Cuando

Cuando tu corazón se ilumine con el suave colorido de la puesta del sol, recuerda que alguien amaneció contigo.
Cuando el fuego de la pasión queme tu corazón, consumiendo todas tus fibras en la inmolación del placer, recuerda que alguien encendió esa llama.
Cuando tu corazón esté bordado de sueños dorados, tejidos con hilos de luz de luna, recuerda que alguien coloreó tu mundo interior.
Ese alguien eres tu Ivonne, gracias.



Wednesday 21 July 2010

¿Dónde están?


¿Dónde los miles de seguidores que abarrotan estadios, y ciudades en el extranjero? ¿Dónde, los grandes patrocinadores ansiosos de captar a la mayoría? ¿Dónde los medios que siguen cual borregada a los pinchurrientos jugadores (no todos) casi hasta el baño? ¿Dónde, los sueldos desproporcionados y la mayoría de las veces no desquitados con el esfuerzo y el talento? ¿Dónde las invitaciones a programas de radio y televisión? ¿dónde las multitudes en aeropuertos al salir y al arribar? ¿Dónde, los sandwiches?
No, no es justo. Las jugadoras de la Selección Mexicana Sub20 en su categoría femenil, tienen más ganas, más talento, más pundonor y vergüenza deportiva, que muchos "crecidos" (sin haber logrado nada) jugadores de nuestra amada Selección Mayor de Fútbol.
Quizá les convendría voltear la mirada hacia estas jugadoras, para que aprendan lo que es tener humildad y huevos.
Desde aquí mis respetos a todas y cada una de nuestras jugadoras, y la mejor de las suertes en el mundial en el que participan.



Monday 19 July 2010

Nada te turbe

Nada te turbe;
nada te espante;
todo se pasa;
Dios no se muda,
la paciencia
todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene,
nada le falta.
Solo Dios basta.




Friday 16 July 2010

Samuel MacNaught


Galerías virtuales en la red, existen infinidad de ellas. Algunas valen la pena, otras dan pena. Mi recomendación para visitar la galería del Maestro Samuel MacNaught obedece a dos motivos, el primero porque desde hace muchos años el Maestro me ha dispensado con su amistad, y para mi, tener amigos como los que tengo, es un honor. Y segundo porque en realidad invitaciones tan valiosas como ésta, donde se les invita a conocer y disfrutar una de las bellas artes como lo es la pintura, sublime bajo la mente y manos de este gran artista, es una experiencia única.
Pueden (y deben) visitar la página en esta liga.

http://www.samuelmcnaught.com


Wednesday 14 July 2010

Frases

Amor no es aquello que queremos sentir, amor es aquello que sentimos sin querer.

Anónimo.


Dentro de la seducción, un hombre que con arte comprende y con filosofía atiende, es mejor que un hombre caliente que con el impulso miente.

Anónimo.


Anónimo es mi seudónimo.

P-lón







Tuesday 13 July 2010

Yendo mal a México

Artículo de Germán Dehesa que no tiene desperdicio, lo comparto para que lo disfruten.


Con levísimas variantes ésta ha sido la cantaleta de los más connotados priistas y perredistas de nuestro País.

Hoy estamos en la fase final del ciclo foxista - calderonista y podemos afirmar que la mayoría de esos patriotas de opereta que afirmaron con voz emocionada las palabras que acabo de citar hicieron cuanto estuvo en su mano para que le fuera mal al Presidente Fox y le siga yendo mal al Presidente Calderón.

Los males que a la patria le han seguido por su conducta saboteadora y estúpida los tienen absolutamente sin cuidado: No tienen patria (ni matria), no la conocen, no la aman y les viene quedando más lejos que Zambia .

Para ellos lo fundamental ha sido demostrar que estos Gobiernos simplemente no han sabido gobernar, aunque bien se han guardado de decir que, tal como se presentaron las circunstancias, con un Legislativo mayoritariamente opositor, toda iniciativa de cambio y de gobierno estaba condenada a fracasar sin la concurrencia y el patriotismo de esta oposición primitiva y dinamitera.

Destaco aquí la condición hipócrita y taimada del PRI que fue el partido directamente agraviado, descobijado y damnificado por el triunfo de Fox.

Olvidamos demasiado rápido, pero yo conservo las imágenes y las palabras de próceres tan señalados como Dulce María Sauri y Roberto Madrazo, tan aparentemente dispuestos a cooperar y tan íntima y firmemente decididos a hacer tropezar una vez tras otra al nuevo Gobierno.

Estaban y siguen estando en actitud de haber sido directamente ofendidos y despojados.

En su pequeñísima mentalidad existe la convicción de que México es propiedad exclusiva del PRI. Hagan de cuenta que Dios les hubiera concedido una franquicia eterna.

Desde esta percepción elemental y tomando muy en cuenta todas las malas pasiones que tienen uso de suelo en la almeja (despectivo de alma) de un dinopriista pandilla que tenía secuestrado al País, era indispensable demostrarle a los mexicanos el brutal error que habían cometido al echarlos de tan mala manera de Los Pinos.

Según ellos, esto fue una magna injusticia histórica, un grave error, una radical pifia de la ciudadanía.

Por lo mismo, era prioritario demostrar que sólo el PRI sabe gobernar y consecuentemente, la malagradecida ciudadanía que había cometido la falta casi imperdonable de quitárselo de encima merecía un castigo ejemplar con el fin de que hiciera un acto de contrición, solicitara piedad y lo trajera de regreso a ese lugar que es suyo y solamente suyo.

En esto ha consistido la gran estafa. Están a punto de salirse con la suya.

A muchísimos ciudadanos ya los han convencido de que sin líderes "morales", como Manlio Fabio, Bartlett, Montiel, Chuayffet, Madrazo, Gamboa Pascoe, Salinas, Palacios Alcocer y demás garrapatas parasitarias, México no puede sobrevivir.

Los razonamientos (es un decir) que los avalan son secreciones cerebrales del tipo de:

Serán rateros, pero saben gobernar.

Serán asesinos, pero mantienen la paz social.

Serán narcopolíticos, pero por lo mismo saben negociar con los cárteles.

Serán malos mexicanos, pero en el mundo globalizado la idea de patria no significa nada.

Todas estas contrahechuras se fabrican desde un terreno mediáticamente preparado y abonado por una taimada campaña que ha insistido en un punto:

Todos hemos querido ayudar a Fox y a Calderón, pero los pobres no tienen operadores ni capacidad de negociación.

Pregunto: ¿Quién puede "operar" con Manlio Fabio, o quién puede negociar y llegar a acuerdos con un traidor de tiempo completo como es Madrazo?

Leer todo esto como una defensa de Fox sería mi fracaso como escritor. Mi pretensión es otra. Lo que quiero decir es que Fox es un ser limitado (al Norte por su falta de oficio e ingenuidad y al Sur por su señora), pero al mismo Cristo resucitado que hubiera llegado a Los Pinos no le hubiera ido mejor rodeado de esa legión de Judas Iscariotes con los que había que lidiar.

El también hubiera sido víctima de la gran estafa. Al final del día, ellos pretenden decirnos que los grandes culpables de 50 millones de pobres son Fox y Calderón, y que ellos, por más que quisieron ayudarlo, no pudieron, pero eso sí, constituyen nuestra gran esperanza.

Lectora, lector querido: ¿Deseas que estos bichos vuelvan a infestar Los Pinos?

Si no es así, envía éste mensaje a tus conocidos para que lo podamos evitar.