Tuesday, 23 March 2010

Placeres


El comer es uno de los placeres que más disfruto, me gusta compartir el pan y la sal con la gente que amo, comidas que rayan lo pantagruélico, pero aderezadas con el amor que emana con la elaboración, y que hermana con la compañía.


Quien podría decir que es gula hundirle el diente a un durazno con su aterciopelado perfume y sentir su jugo llenarnos la boca y escurrírsenos por la barba. Quien no podría considerar manjar un par de huevos estrellados, o una tortilla recién salida del comal, con un poco de sal y enrollada magistralmente. ¿Quién puede limitarse a comer un solo tuti? Quien puede reprimir los gustos particulares por las recetas familiares siempre tan socorridas y disfrutadas, ¿cómo resistirse a un segundo plato del mole que elabora mi Madre?


Las galas de mi apetito me han dado esa rotundidad ventral que los antiguos orientales juzgaban prueba de venturosa vida. Eso no me molesta. Pienso que tallas de pantalón hay muchas; vidas solamente una. Alguna vez quizá los médicos me volverán al orden. Mientras tanto, de lo bueno poco, y de lo poco, mucho. Provecho.


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