Se me ocurre que hay dos maneras de vivir. En la primera se da todo por hecho, no hay asombro ni curiosidad, las cosas son así y no hay por qué preguntarse cómo fueron o cómo podrían ser. En la segunda, todo es milagroso y sorprendente. Vivir del primer modo es condenarse al tedio constante, pues se ve pero no se mira, cuando se acepta la vida como incesante milagro, entonces todo es gozoso y apasionante.
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